Vitoria, la capital de Álava y del País Vasco, es una ciudad que sorprende por su equilibrio entre lo urbano y lo natural. Con sus amplias avenidas arboladas, sus numerosos parques y su compromiso con la sostenibilidad, Vitoria se ha ganado a pulso el título de Capital Verde Europea.
Pero no solo es una ciudad para los amantes de la naturaleza; su casco histórico, su rica gastronomía y su ambiente cultural la convierten en un destino fascinante para todo tipo de viajeros.
Paseo por el Casco Viejo #
El corazón histórico de Vitoria es un auténtico viaje en el tiempo. Sus calles estrechas y empedradas, con nombres de antiguos gremios, te transportan a la Edad Media. Lo que más me llamó la atención fue la peculiar forma de almendra que tiene el casco antiguo, visible desde cualquier mapa.
Mientras paseaba, no pude evitar fijarme en los cantones, esas escalinatas que conectan la parte alta con la baja de la ciudad. Son como venas que le dan vida al casco viejo, y subir por ellas te regala unas vistas increíbles de los tejados y las torres de las iglesias.
Lo mejor de todo es que puedes perderte por estas calles sin prisa, descubriendo pequeñas plazas, palacios renacentistas y casas con escudos nobiliarios. Y si te apetece hacer una parada, hay un montón de bares de pintxos donde reponer fuerzas.
La Catedral de Santa María #
Aunque cuando la visité estaba en obras de restauración, la Catedral de Santa María sigue siendo impresionante. Lo curioso es que puedes hacer una visita guiada por el interior de la catedral mientras la restauran, ¡con casco incluido! Es como meterse en la piel de un arqueólogo por un rato.
Me encantó descubrir los secretos de su construcción, cómo han ido añadiendo partes a lo largo de los siglos y cómo han tenido que ir resolviendo problemas estructurales. Desde lo alto de sus torres, las vistas de la ciudad son espectaculares.
Y si eres fan de Ken Follett, te va a encantar saber que se inspiró en esta catedral para escribir una de sus novelas. ¡Hasta tiene una plaza dedicada justo enfrente!
El Anillo Verde #
Si hay algo que define a Vitoria es su compromiso con el medio ambiente, y el Anillo Verde es la prueba viviente de ello. Es un cinturón de parques y zonas verdes que rodea toda la ciudad, ideal para dar un paseo, montar en bici o simplemente desconectar.
Yo me quedé prendado del parque de Salburua. Sus lagunas y observatorios de aves te hacen olvidar que estás a un paso del centro de la ciudad. Vi cigüeñas, patos y, si tienes suerte, hasta puedes avistar algún ciervo.
Lo mejor es que puedes recorrer el Anillo Verde a tu ritmo. Hay rutas señalizadas para todos los gustos, desde paseos cortos hasta excursiones de día completo. Y lo mejor: es totalmente gratis y accesible desde cualquier punto de la ciudad.
Plaza de la Virgen Blanca #
El corazón de Vitoria late en esta plaza. Es el punto de encuentro de los vitorianos y el lugar donde se celebran las principales fiestas de la ciudad. Lo que más me gustó fue su ambiente, siempre lleno de vida.
En el centro de la plaza se alza el monumento a la Batalla de Vitoria, que conmemora la victoria sobre las tropas napoleónicas. Pero lo que realmente da personalidad a la plaza son los edificios que la rodean, con sus características galerías acristaladas.
Es el sitio perfecto para sentarse en una terraza, tomar un café y observar el ir y venir de la gente. Y si coincides con las fiestas de La Blanca en agosto, prepárate para vivir la ciudad en su máximo esplendor.
Museo de Bellas Artes #
Aunque no soy un gran entendido en arte, el Museo de Bellas Artes de Vitoria me sorprendió gratamente. Lo que más me gustó es que, a pesar de no ser muy grande, tiene una colección muy variada y bien cuidada.
Me llamó especialmente la atención la colección de arte vasco y español de los siglos XVIII y XIX. Ver obras de artistas como Ignacio Zuloaga o los hermanos Zubiaurre te ayuda a entender mejor la cultura y la historia de la región.
Además, el edificio en sí es una preciosidad. Un palacio renacentista del siglo XVI que ha sido restaurado con mucho gusto. Y lo mejor es que la entrada es bastante asequible, así que no hay excusa para no visitarlo.
El Parque de La Florida #
En pleno centro de Vitoria, el Parque de La Florida es como un oasis de tranquilidad. Lo que más me sorprendió fue descubrir que este parque tiene más de 200 años de historia. Es como un pequeño jardín botánico en miniatura, con especies de árboles de todo el mundo.
Me encantó pasear por sus senderos, descubriendo rincones como el estanque de los patos o el quiosco de música. Es el sitio perfecto para hacer un picnic o simplemente sentarse a leer un libro bajo la sombra de alguno de sus imponentes árboles.
Y si visitas Vitoria en primavera, no te pierdas el espectáculo de los cerezos en flor. Todo el parque se tiñe de rosa y es una imagen que se te queda grabada en la retina.
Artium: Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo #
Si te gusta el arte contemporáneo, Artium es visita obligada. Lo que más me impresionó fue el contraste entre el edificio moderno y la colección que alberga. Es como un viaje por el arte vasco y español de los últimos 50 años.
La colección permanente es fascinante, con obras de artistas como Chillida, Oteiza o Miquel Barceló. Pero lo que realmente me enganchó fueron las exposiciones temporales. Siempre tienen algo interesante y provocador que te hace reflexionar.
Y no te pierdas la biblioteca-centro de documentación. Aunque no te lleves ningún libro, solo el espacio en sí ya merece la pena. Es un lugar perfecto para descansar y procesar todo lo que has visto.
Ruta de los Murales de Vitoria-Gasteiz #
Una de las cosas que más me cautivó de Vitoria fue descubrir su lado más urbano y alternativo a través de sus murales. La ciudad ha apostado fuerte por el arte urbano y el resultado es espectacular.
Hay una ruta que recorre los principales murales de la ciudad, y te aseguro que merece la pena hacerla. Lo que más me gustó fue ver cómo cada mural refleja un aspecto diferente de la cultura y la historia de Vitoria. Desde referencias a la mitología vasca hasta reflexiones sobre el medio ambiente.
Lo mejor es que puedes hacer la ruta a tu ritmo, parándote a contemplar los que más te llamen la atención. Y si te animas a hacerla en bici, en un par de horas puedes verlos todos.
Basílica de San Prudencio de Armentia #
Para terminar el recorrido, nada mejor que alejarse un poco del centro y visitar la Basílica de San Prudencio en el barrio de Armentia. Es una joya del románico que muchos turistas se pierden, y es una pena porque tiene mucho encanto.
Lo que más me impresionó fue su sencillez. No es una iglesia grande ni ostentosa, pero tiene esa belleza austera típica del románico que te transporta a otra época. Sus capiteles decorados con motivos vegetales y animales son una delicia para los amantes del arte.
El entorno de la basílica también merece la pena. Está rodeada de un pequeño parque perfecto para sentarse y contemplar la iglesia, o para hacer un picnic si el tiempo acompaña. Es un lugar tranquilo que contrasta con el bullicio del centro, ideal para cerrar la visita a Vitoria con un momento de paz y reflexión.
Juanjo Marcos
Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.
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