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El efecto Rashomon en los viajes

Diferentes perspectivas de un mismo destino

La primera vez que visité Singapur, me encontré con una pareja en el hotel boutique donde me alojaba. Mientras compartíamos un Singapore Sling en la terraza, surgió esa conversación tan común entre viajeros sobre las experiencias del día. Me sorprendió descubrir que, habiendo recorrido exactamente los mismos lugares, nuestras percepciones eran radicalmente diferentes.

Para ellos, Chinatown era un distrito turístico artificial y poco auténtico, lleno de tiendas de souvenirs y restaurantes para extranjeros. Para mí, era un fascinante ejercicio de preservación cultural donde cada callejón revelaba capas de historia y tradición. Mismo lugar, diferentes realidades. Como en la película de Kurosawa, cada uno habíamos construido nuestra propia versión de la verdad.

El origen: la historia detrás del efecto Rashomon #

El nombre "efecto Rashomon" que uso para describir este fenómeno viene, precisamente, de la película japonesa "Rashomon" (1950), dirigida por Akira Kurosawa. En ella, un mismo suceso —el asesinato de un samurái y la posible violación de su esposa— es narrado desde cuatro perspectivas completamente diferentes: el bandido, la esposa del samurái, el espíritu del samurái muerto (a través de una médium) y un leñador testigo. Cada versión es contradictoria con las demás, pero todas resultan igualmente convincentes desde la perspectiva de quien las cuenta.

Este "efecto Rashomon del viajero" me ha fascinado desde entonces. ¿Cómo es posible que un mismo destino genere experiencias tan dispares? La respuesta, he llegado a comprender, reside en una compleja mezcla de factores que traemos en nuestra maleta invisible.

Los filtros del viajero: cómo construimos nuestra experiencia #

Nuestro bagaje cultural actúa como un filtro que colorea cada experiencia. Un desayuno tradicional japonés puede ser una experiencia reveladora para quien aprecia la sutileza de los sabores o un momento de desconcierto para quien espera encontrar tostadas y café. No es mejor ni peor; simplemente es diferente.

La edad y el momento vital también juegan un papel crucial. Recuerdo una conversación durante un viaje a Transilvania, compartiendo cena con otros viajeros en Brasov. Mientras ellos me hablaban entusiasmados de la ruta de los castillos y la búsqueda de lo gótico, yo les compartía mi fascinación por la arquitectura comunista en Bucarest y los contrastes de la ciudad moderna. Misma Rumanía, diferentes países.

La influencia digital: expectativas vs. realidad #

Las expectativas previas son otro factor determinante. Internet y las redes sociales han creado una especie de realidad paralela de los destinos, una versión idealizada que raramente coincide con la realidad. Quien viaja buscando recrear esas imágenes perfectas de Instagram probablemente se llevará una decepción, mientras que quien viaja con la mente abierta encontrará tesoros inesperados.

El idioma, o más bien, nuestra capacidad para comunicarnos, modifica radicalmente la experiencia. No es lo mismo visitar Tokio pudiendo mantener conversaciones básicas en japonés que depender exclusivamente de gestos y señales. Cada palabra que aprendemos es una ventana que se abre a una nueva dimensión del lugar.

El viaje como espejo: estado emocional y percepción #

También influye enormemente nuestro estado emocional. He visitado París varias veces a lo largo de mi vida, y cada visita ha sido una ciudad diferente. La París de mi juventud, teñida de romanticismo y grandes expectativas, poco tiene que ver con la París que redescubrí años después, cuando aprendí a apreciar sus imperfecciones y sus rincones menos glamurosos.

Con los años, he aprendido a apreciar esta multiplicidad de perspectivas. Cuando otros viajeros me cuentan experiencias radicalmente diferentes a las mías en lugares que conozco bien, ya no intento convencerles de "mi verdad". En su lugar, me fascina descubrir qué filtros, qué circunstancias, qué momento vital les ha llevado a construir su propia versión del destino.

La riqueza de la diversidad: celebrando las múltiples verdades #

Esta diversidad de perspectivas es, en realidad, uno de los grandes regalos del viajar. Nos recuerda que no existe una única verdad, una única forma de experimentar un lugar. Cada viajero construye su propia narrativa, su propia película, su propio Rashomon.

Por eso, cuando ahora comparto mis experiencias de viaje, siempre incluyo el disclaimer invisible de que esta es solo mi versión, mi película personal, teñida por mis filtros, mis circunstancias, mi momento vital. Y quizás ahí radique la verdadera magia de viajar: en esa capacidad de un mismo lugar para generar mil historias diferentes, todas ellas igualmente válidas, igualmente verdaderas.

El efecto Rashomon en los viajes no es un problema a resolver, sino una riqueza a celebrar. Es el recordatorio de que cada viaje es, en realidad, tantos viajes como personas lo experimentan. Y eso, lejos de ser una limitación, es precisamente lo que hace que viajar sea una aventura eternamente renovable, eternamente sorprendente.

Foto de perfir de Juanjo Marcos

Juanjo Marcos

Desarrollador y diseñador web actualmente afincado en Bilbao. Desde que tengo uso de razón viajar es una de mis grandes pasiones, junto a la tecnología, la fotografía y los largos paseos sin rumbo definido.

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